Durante estos aproximadamente treinta años hemos tratado casi de héroes a todos los que formaron parte de la transición, y nos dejaron la tan ansiada democracia. Partidos políticos, de izquierda, centro y derecha, así como sindicatos, etc, se volcaron en dejar un país que era para sus hijos, nosotros, los de mi generación, más o menos.
Nuestros padres, el mío también, lucharon en esas huelgas interminables, en las que iban a por todas, con el resultado de habernos dejado unos contratos dignos, un trabajo digno, con condiciones dignas.
Y muchas más cosas. El futuro para España pintaba bien, y bien estuvo hasta la llegada de la crisis. Ahora resulta que muchos de aquellos que fomentaron el cambio, nos han destrozado ahora el país. Corrupción política son las dos palabras que más oímos en nuestros días de desgracia, acompañando a otras como pobreza, trabajo precario y desahucios.
Resulta que nuestros políticos, muchos de ellos constituyentes de aquella transición, que nombramos casi con cierta reverencia, hoy en día están relacionados con esa corrupción. Palabras como Gürtel, Bárcenas, EREs fraudulentos, dinero sin declarar a Hacienda en paraísos fiscales..., y ahora lo de las tarjetas opacas.